Primera Parte: La presidencia de Manuel López Obrador se caracterizó por la polarización, los programas clientelares y la manipulación para eliminar opositores políticos. Esa es la estafeta que le pasa a su sucesora.
Por Telésforo Nava Vázquez
En las elecciones presidenciales celebradas en México el pasado 2 de junio triunfó Claudia Sheinbaum Pardo, quien comenzó su carrera política institucional en 2000, cuando Andrés Manuel López Obrador, entonces jefe de gobierno de la Ciudad de México, la nombró secretaria de Medio Ambiente. En 2018 fue electa jefa de Gobierno de la Ciudad de México.
Veinticuatro años después de ese nombramiento, el país que AMLO entrega a Sheinbaum es un campo minado, saturado de graves problemas. La doctora en ingeniería de energía ya como presidenta tendrá que decidir si a partir del 1 de octubre da un golpe de timón para recomponer el rumbo, o sigue por la misma ruta que el presidente saliente le está imponiendo. Ella no se cansa de calificar, al que ha sido su mentor político, como el mejor presidente que México ha tenido, y asegura que el país avanza viento en popa.
De entre esas minas sembradas quizá la más grave es la militarización que de facto se ha impuesto en el país, sin que existiera un sustento legal para hacerlo. En campaña electoral AMLO prometió que en los seis primeros meses de su gobierno regresaría a las fuerzas armadas a sus cuarteles. Muy al contrario, las mantuvo en las calles y las ha súper empoderado. La Guardia Nacional que creó para hacerla cargo de la seguridad pública nacional con mando civil, de inmediato la puso bajo el mando militar, y con una reciente reforma constitucional se legalizó ese hecho y ahora pasa a formar parte orgánica de la Secretaría de la Defensa Nacional, o sea militarización total. Asimismo, ha convertido a las fuerzas armadas en empresas dedicadas a construir obras que corresponden a civiles. Igualmente les ha encargado la administración de puertos mercantes, aeropuertos, aduanas, y les otorgó una línea comercial aérea. La nueva presidenta ha manifestado su total acuerdo con esa militarización. En un reciente acto castrense organizado en el Colegio Militar prometió que en su gobierno todo seguirá igual.
No menos grave es la bomba de la enorme polarización social que desde Palacio Nacional se impuso como forma de gobernar y para denostar y aplastar a todo opositor, así como a intelectuales y periodistas críticos, tarea ejecutada en todas las conferencias mañaneras realizadas cotidianamente a lo largo del sexenio. O se acepta la sumisión a lo que el presidente diga o quien se oponga lo declara su enemigo y lo etiqueta de neoliberal, derechista, conservador, arribista, corrupto y demás. Para esta tarea se apoyó en el presupuesto público para presionar y corromper. Claudia no solo avala, sino que sigue repitiendo ese discurso estridente.
La polarización alcanzó los máximos niveles a lo largo de la campaña electoral, periodo en el que el presidente, transgrediendo la legislación electoral (a mi no me vengan conque la ley es la ley, mi autoridad moral es superior, afirma públicamente), se convirtió en el coordinador y principal promotor de la candidata Claudia Sheinbaum. Tal como lo hacía el PRI con sus candidatos cuando monopolizaba el poder: las finanzas y demás recursos del Estado fueron puestos a su disposición.
Con muchos meses de anticipación Morena inició la campaña electoral de su candidata con el pretexto de que elegiría a la coordinadora de los comités de Morena. Después siguió la campaña interna para escoger al candidato presidencial, aunque AMLO ya tenía decidida la candidata. Los funcionarios de los organismos electorales hacían como que veían hacia otro lado, saben que el presidente tiene la mano pesada. Nunca se supo de dónde salieron las carretadas de miles de millones de pesos gastados. Tal cual lo hacía el PRI. Parafraseando la conocida frase de Marx, la historia se repite: “una vez como tragedia y otra vez como farsa”. Una vez como PRI, otra vez como Morena.
A cambio de esos apoyos directos y en efectivo a ciertos sectores de la población, los hospitales públicos carecen de medicamentos y de lo necesario para realizar cirugías, esto se evidenció con la muerte de niños con cáncer por falta de medicamentos.
El regreso del clientelismo: el uso de programas sociales para ganar aliados
La joya de la corona de la farsa, pero muy efectiva para consolidar su clientela electoral, fueron los programas sociales creados y aplicados desde el inicio del sexenio, dinero en efectivo entregado directa y personalmente a los beneficiados en nombre del presidente. De esa forma construyó la telaraña que fue atrapando a la clientela electoral que sufragó el 2 de junio pasado. Este fue uno de los tentáculos de la operación electoral de Estado. Ahora Sheinbaum promete ampliar dichos programas clientelares.
A cambio de esos apoyos directos y en efectivo a ciertos sectores de la población, los hospitales públicos carecen de medicamentos y de lo necesario para realizar cirugías, esto se evidenció con la muerte de niños con cáncer por falta de medicamentos. El servicio de guarderías para madres solteras que trabajan fue cancelado, supuestamente porque era fuente de corrupción, lo cual jamás se demostró. Se siguió apoyando el negocio de guarderías de la esposa del dirigente eterno del Partido del Trabajo, partido palero de Morena. Las escuelas de educación básica de tiempo completo (excelente proyecto), que ofrecían comida sin costo a los alumnos, fueron cerradas. Los refugios para mujeres maltratadas tuvieron el mismo fin. El presupuesto para equipamiento y mantenimiento de las escuelas fue reducido (en el actual gobierno se ha incrementado el rezago educativo). A la educación superior y a la investigación científica se les redujo drásticamente el presupuesto, se trató de ahogar a centros de investigación porque no se sometían a los dictados oficiales, como se hizo con el importante Centro de Investigación y Docencia Económica. Lo mismo sufrieron las becas para estudiar posgrados.
La consolidación del poder en el gobierno
La agresividad del discurso presidencial contra los opositores y los programas sociales orientados a los sectores más necesitados ayudan a explicar que la popularidad del ex-presidente se mantuviera en un rango alrededor del 70%, lo cual pesó a favor de Sheinbaum. Antes del día de las elecciones las tendencias pronosticaban que ganaría la candidata de Morena, el veremos quedaba al nivel de los legisladores y las gubernaturas que también estaban en juego. Pero con todo el poder del Estado el presidente también construyó un triunfo arrollador en las cámaras legislativas.
De 500 diputados que integran la Cámara respectiva, en las urnas se eligen 300, denominados uninominales; otros 200, llamados plurinominales, el Instituto Nacional Electoral los distribuye según la votación global de cada partido, dando prioridad a los minoritarios. Una reforma consensuada y aprobada en la segunda mitad de los años 90 aseguró que ningún partido podría contar con más de 300 diputados, y también incluyó la creación de las diputaciones plurinominales, cuyo objetivo central era terminar con la práctica del PRI de que con medidas fraudulentas en una vuelta se aseguraba la mayoría calificada y marginaba a los partidos opositores. La misma metodología se acordó para los senadores.
Trabajando con bastante anticipación por el “carro completo” para las elecciones de 2024, AMLO también fue tejiendo el entramado que le garantizara, con el apoyo de sus diputados y senadores, que las titulares de los organismos electorales fueran cercanas a él. Incluso él y su partido impidieron que se eligiera a nuevos magistrados electorales para suplir a quienes concluían su periodo, dejando puestos vacíos para tener mayor margen de manipulación.
Para el “carro completo” en el poder legislativo, se retorció la interpretación de la legislación para que Morena se apoderara ilegalmente de más de los 300 diputados a los que como máximo tenía derecho.
Para el “carro completo” en el poder legislativo, se retorció la interpretación de la legislación para que Morena se apoderara ilegalmente de más de los 300 diputados a los que como máximo tenía derecho. El primer paso fue registrar — esconder — candidatos de Morena como candidatos del Partido Verde Ecologista y del Partido del Trabajo, que son partiditos mercenarios que se alquilan al partido que esté en el poder, como lo hacían anteriormente con el PRI.
El siguiente paso fue a la hora de hacer el reparto, la ley señala que debe hacerse por partido o coalición registrada, Morena hizo su interpretación particular de la ley para imponer, con el apoyo activo de las titulares del INE y del Tribunal Electoral, que el reparto debía ser por partido, aunque su registro para la elección fue como coalición, con el PT y el Verde. Legalmente puede haber una representación no mayor del 8 por ciento, pero con el artilugio del reparto por partido, el 8 se convirtió en 24 (8X3) por ciento. Como asegura la sabiduría popular: se sirvieron con la cuchara grande
Esto permitió que el PT que no ganó ningún distrito electoral, o sea ni un diputado uninominal, por la vía plurinominal le asignaron 51; y el Partido Verde que únicamente ganó 7 distritos electorales, pasó a 77 sumados los plurinominales, lo cual lo ubicó como la segunda fuerza electoral. Esos diputados extras son los afiliados que Morena registró-escondió como si fueran de los partidos paleros. El PAN que logró el doble de votos de los obtenidos por el Verde, en total quedó con sólo 72 curules. Con esa magia electoral de manufactura morenista, se aseguró que la coalición que formó con sus dos partidos mercenarios, no obstante obtener en total 54 por ciento de los votos se quedó con el 75 por ciento de los diputados. Esa alquimia electoral le garantizó a Morena una mayoría espuria en diputados y en senadores.
Como chascarrillo de la picaresca política mexicana, el día de la instalación de la Cámara de Diputados, el Partido Verde por escrito notificó a Morena que le regresaba los diputados que realmente eran suyos, para que éste tuviera los suficientes votos para tomar el control de esa cámara. Las carcajadas se escucharon por todo el país.
Los ejemplos anteriores ilustran el país profundamente polarizado que entrega AMLO a Claudia, un presidente que con su política jamás buscó acuerdos con los opositores políticos, con ellos solo conjugó el verbo imponer. Con los gobernadores priistas su estrategia fue cooptarlos o aplastarlos, de facto les puso sobre el cuello una especie de Espada de Damocles, con este contundente argumento al terminar sus mandatos misteriosamente entregaron la plaza a AMLO sin presentar ninguna resistencia, a cambio él les otorgó impunidad y un cargo diplomático.
¿Claudia buscará dialogar y consensar con la oposición, a sus integrantes los tratará como competidores o como enemigos? ¿Evitará utilizar los recursos del Estado para someterlos e imponer triunfos electorales espurios? ¿Transparentará el uso de los recursos aplicados en los programas sociales, lo cual no se hizo en el sexenio que termina? Hasta hoy ella festeja todo lo que hace su mentor político, al cual siempre colma de loas. En algún momento tuvo la ocurrencia de afirmar que él era el mejor presidente del mundo.
En la Segunda Parte: La nueva presidenta se enfrentará a unas arcas casi vacías.
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