Trabajadores agrícolas durante el confinamiento: la vida sigue casi normal para campesinos en el Condado de Monterey

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Artículo y fotos por Víctor Almazán

A lo largo del condado de Monterey el confinamiento se vive diferente. Pero son los trabajadores agrícolas quienes dan una pincelada de “normalidad” a esta situación pandémica anormal. Ellos dicen que están haciendo lo que se debe hacer en estas circunstancias: trabajar para mantener a su familia y tomar precauciones para no aumentar el índice de infección.

“Estamos trabajando normal”, dice Eleazar Sosa, quien labora para una empresa vinícola en Greenfield. “Sólo a los mayores de 65 años los mandaron a su casa”. La producción de vinos en esta ciudad no se ha detenido. “La agricultura es esencial, el proceso tienen que seguir” dice.

Para Sosa, la situación especial comenzó el viernes 13 de marzo, pocos días antes de que el condado impusiera la orden de confinamiento obligatorio. Ese día, una semana antes de que el gobernador de California ordenara a todo el estado quedarse en casa, todas las escuelas del condado de Monterey y Santa Cruz anunciaron que ya no regresarían a clase sus estudiantes el siguiente lunes. Sosa acudió a centros comerciales para abastecerse de comida y artículos necesarios, pero la cantidad de personas comprando productos era enorme, así que desistió. A Sosa no le preocupa la escasez de papel higiénico ni de comida, “tenemos trapos viejos y nosotros (los mexicanos) comemos hasta hormigas”, pero le preocupan dos cosas: el caos que pudiera generarse y la situación de crisis en su país natal, México. “Allá siguen yendo a bautizos y jaripeos”, dice. “No se están tomando las cosas en serio”.

El confinamiento obligatorio pasa como un día feriado especial en Greenfield. Las tiendas están abiertas y rebozan de clientes. En el centro comercial Rancho San Miguel, lo nuevo es que hay en el piso unas marcas que separan a los clientes 6 pies de distancia cuando van a pagar. Sólo los anaqueles de papel higiénico y productos desinfectantes están vacíos. La Plaza Bakery, la popular panadería y cafetería, sólo ofrece comida para llevar, lo mismo que establecimientos de comida rápida como Burger King, y McDonalds que ofrece alimentos a través de su drive thru.

La iglesia está cerrada, no hay misas pero familias se reúnen en el parque para comer o pasar un rato con los niños. Un grupo de jóvenes juegan basquetbol el jueves por la tarde, antes que el condado de Monterey re-enforzara la orden de quedarse en casa el viernes 3 de abril. Las escuelas están cerradas y su personal distribuye computadoras Chromebook a los estudiantes que recibirán clases por Internet.

“Lo único que (los trabajadores agrícolas) no podemos sembrar es pánico, tener miedo daña”. Andrés Cruz

De los cerca de 90 mil trabajadores agrícolas del condado, una tercera parte son indígenas. En Greenfield, la mayoría son indígenas originarios del estado de Oaxaca, México, principalmente triquis y mixtecos. Para ellos la información en sus idiomas respecto a la crisis es casi inexistente. Solo el hospital Natividad publicó en su página de Internet un par de videos con interpretación al triqui y mixteco dando información de la pandemia y con recomendaciones a seguir en caso de tener síntomas de Covid-19.

“No tenemos información (en nuestro idioma)”, dice Andrés Cruz, nacido en Río Venado, Oaxaca. Pero Cruz hace lo que está en sus manos para mantener informada a su comunidad. Cruz conduce los domingos el programa La Hora Triqui en Radio Bilingüe. “Ahí les transmito en triqui la información del gobierno y las recomendaciones de los científicos, como lavarse las manos y cubrirse la boca al estornudar”, dice. Sin embargo desconoce el alcance que tiene su programa.

Cruz se muestra optimista, “lo único que (los trabajadores agrícolas) no podemos sembrar es pánico, tener miedo daña”, dice.

El Alisal en Salinas tampoco se ve desierto el jueves santo por la tarde. El estacionamiento del centro comercial Foods Co. está casi lleno. Trabajadores agrícolas regresan de laborar y abordan sus automóviles para dirigirse a casa. La iglesia de Santa María está cerrada y los juegos infantiles están clausurados con una cinta amarilla alrededor.

José Acosta maneja un autobús de la empresa Growers Express y espera en el estacionamiento a los trabajadores que fueron a la tienda a comprar comida.  Hace un informe de trabajo mientras espera. “Apenas empezamos a trabajar el miércoles pasado (1 de abril). Esto apenas empieza. Tenemos miedo a contagiarnos, pero tomamos precauciones”, dice mientras otra persona limpia el autobús.

José Luis Bautista trabaja para la misma empresa cosechando lechuga, es originario de Oaxaca, lleva viviendo en Salinas 10 años. “La compañía nos da guantes y cubrebocas”, dice. “Pero no es nuevo, siempre lo ha hecho”. Ríe cuando contesta la pregunta de que si espera una compensación extra por ser considerado trabajador esencial y laborar en condiciones de riesgo. “No, esos cabrones no dan nada extra”. Aunque indica que su sueldo subió, de $13.60 a $14.77 la hora respecto a la temporada pasada.

Joe Pezzini, director general y presidente de la compañía Ocean Mist Farms de Castroville dice que sería catastrófico si el virus llega a los campos de cultivo, por lo que su empresa hace todo lo necesario para mantener a sus trabajadores sanos. “El uso de guantes y cubrebocas ya era una práctica cotidiana en los campos, pero ahora estamos implementando el distanciamiento social” dijo en inglés. La industria agrícola en el condado tiene un valor de alrededor de 4 mil millones de dólares, según el Comisionado Agrícola del Condado. Pezzini considera que en estos tiempos difíciles, las empresas y trabajadores deben estar unidos para superar la pandemia. “El mundo está patas pa’rriba, pero saldremos de ésta juntos”, dice.

Otra cara del trabajo agrícola en el condado son los trabajadores huésped del programa H-2A. Erick Castro, originario de Zacatecas, México, es uno de los participantes en el programa. Castro dice que tiene miedo a contagiarse, pero toma precauciones. “La empresa nos da pláticas de lo que debemos hacer (en esta contingencia)” dice. “En el trabajo tenemos que estar separados y lavarnos la manos constantemente”.

California recibió más de 23,000 permisos en 2019 para trabajadores con H-2A visas, el cuarto lugar detrás de Florida, Georgia y Washington. Es la primera vez que Castro se encuentra en Salinas, aunque lleva varios años trabajando en el programa. “He estado cosechando uva, venimos de Coachella”, dice mientras desinfecta la camioneta con la que transporta a sus compañeros.

La situación de los trabajadores huésped del programa a H-2A  hospedados en el motel Budget Inn en Salinas se agravó después de que el concejal de Salinas Tony Villegas transmitió en su página de Facebook un video en vivo — filmado ilegalmente cuando manejaba su auto frente al motel. En el video se aprecia cuando los trabajadores se acercan a la camioneta —conocida como lonchera— que les vende alimentos y el concejal hace comentarios discriminatorios y sugiere que no guardan la distancia establecida en la orden de confinamiento.

A partir de ese día los empleados del motel mantienen una rigurosa vigilancia a los trabajadores exhortándolos a no salir de sus habitaciones, agravando sus condiciones de hacinamiento. Villegas, un ferviente seguidor del presidente Trump, comparte en su página de Facebook artículos que reconocen la labor de los trabajadores agrícolas. Consultado sobre si eso no representa una hipocresía respecto a los comentarios hechos en su video respondió a Voces a través de Facebook “todos tenemos opiniónes”.

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Víctor Almazán

About Víctor Almazán

Víctor Almazán nació en la Ciudad de México, ha colaborado en periódico de México y California, entre ellos The Salinas Californian, El Sol y la célebre El Andar Magazine. Vive en Salinas y le gustan la películas de vampiros. | Víctor Almazán was born in Mexico City and has contributed to publications in Mexico and California, including The Salinas Californian, El Sol and the renowned El Andar Magazine. He lives in Salinas and likes vampire movies.