De Madrid a California Experiencias de un estudiante internacional virtual en tiempos de pandemia

Los lunes a las 3 de la mañana, Mariano Vargas López se conecta a la internet desde su natal Madrid para conectarse a su clase en CSUMB | Por Mariano Vargas López

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Por Mariano Vargas López

Cuando a uno le hablan de California uno piensa en  Los Ángeles o San Francisco. Tal vez los más tecnológicos piensen en Silicon Valley. Soñaba con recorrer esos lugares cuando me concedieron la posibilidad de trasladarme desde Madrid a la bahía de Monterey para estudiar. Entonces llegó la pandemia y mis planes se fueron al traste.

Mi proceso para poder estudiar en la Universidad Estatal de California en la Bahía de Monterey como estudiante internacional empezó mucho antes de que se llevase a cabo; desde el primer día en que pisé la Universidad Rey Juan Carlos, el esfuerzo, el trabajo diario y la constancia se convirtieron en compañeros de viaje fundamentales para poder elegir, antes que otros estudiantes, mi destino de preferencia.

Mi universidad ofrecía la posibilidad de cruzar el charco,  y estudiar en tres destinos en Estados Unidos: Oswego, Chicago y Monterey. No tuve que pensármelo demasiado. El clima benigno, la posibilidad de visitar ciudades como Los Ángeles o San Francisco, o parques nacionales como Yosemite. Los atractivos eran innumerables. Cuando me tocó elegir no lo dudé: Monterey Bay. Todavía recuerdo con una sonrisa el día en que se confirmó. Corría febrero de 2020. ¡En solo seis meses comenzaría mi aventura americana!

Un mes más tarde, estalló la pandemia de la COVID-19 que nos ha cambiado la vida para siempre. Confinamiento, reuniones por Zoom, gimnasio en casa, mascarillas, hipertrofia de noticia. Me empezaba a quedar claro que mi sueño de estudiar en Estados Unidos se iba a tener que posponer al menos hasta enero, fecha en que comenzaba el spring semester. Meses después se confirmaban mis peores sospechas: se cancelaba la movilidad definitivamente. Se me ofreció la posibilidad de realizar la movilidad online —curiosa paradoja—. Y como hay que adaptarse a lo que venga y sacar provecho de lo que se pueda, acepté.

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El estudiante internacional Mariano Vargas López tuvo que saltar un sinnúmero de obstáculos burocráticos para poder inscribirse en dos clases en CSUMB que también se le revalidarán en la Universidad Rey Juan Carlos en Madrid.

He tenido que armarme de mucha, muchísima paciencia para sortear la burocracia desde el otro lado del mar. Una vez resuelta la cuestión de que las asignaturas que estudiara en la CSUMB me fueran convalidadas en España, ya “solo” me quedaba lanzarme a la piscina. Lo primero a tener en cuenta es el tema de los horarios. Los lunes tengo clase de una a tres de la mañana (de cuatro a seis de la tarde en California). Solo, en el silencio y la oscuridad de la noche madrileña, me conecto obligándome a no cerrar los ojos y permanecer atento. Me sorprendo tomando café a medianoche para aguantar despierto para que, al acabar la clase, me cueste conciliar el sueño todavía con la cafeína surtiendo efecto, mientras intento procesar mentalmente lo aprendido. Los martes y jueves son más benévolos con clases desde las once de la noche a la una de la mañana. Yo, que soy de los que va a la cama pronto, he tenido que trastocar mi biorritmo para poder ser estudiante internacional virtual. Algunas asignaturas no requieren la presencia del estudiante. Sin duda, un alivio para el que escribe estas líneas.

Y luego está lo del inglés. No es lo mismo hablarlo de vez en cuando con extranjeros en Madrid, que estudiar una carrera universitaria. ¡Cuántas veces no me ha pasado que he querido intervenir en clase, pero no lo he hecho por no poder expresarme con facilidad! Poco a poco, la barrera del idioma y el propio miedo que uno siente, se van diluyendo. Sigo cometiendo errores, sí, pero el inglés ya no supone un impedimento. Además el acento californiano me resulta fácil de comprender. Y por si fuera poco, cada vez que me he excusado por mis desatinos con el idioma mis compañeros me han animado. Siempre he admirado el carácter abierto y extrovertido de los estadounidenses. Habrá de todo, por supuesto, pero de manera general esa ha sido mi experiencia.

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Una de las clases que Mariano Vargas López está tomando en CSUMB es la introducción a la producción cinematográfica con la profesora asistente Silvia Turchin.

El profesorado me ha sorprendido gratamente. Siempre disponible para atender las dudas que me han ido surgiendo, suelen contestar a mis correos en apenas 24 horas. Además, establecen horarios de tutorías en lo que se puede interactuar con el profesor. Se puede percibir el entusiasmo y la motivación por transmitir sus conocimientos al alumnado.

"Estudiar desde casa es un arma de doble filo. Es cómodo, pero a la vez es muy fácil distraerse. Si uno no hace acopio de fortaleza mental y disciplina, puede darse cuenta de que la clase sigue su curso sin que te estés enterando de mucho."

No estudies con el móvil cerca

Uno de los peligros de la enseñanza remota es que la clase se convierta en un monólogo

del profesor en el cual el alumno apenas interviene. Para evitar que esto suceda, sí he percibido que se nos insta a encender las cámaras y se nos interpela para que participemos en clase. La mayor parte de las veces apenas el profesor y un par de alumnos bienintencionados se atreven a mostrarse. El resto se esconden bajo el anonimato de una foto, solo activando el micrófono cuando quieren decir algo. En este sentido, sería de agradecer que el alumnado se mostrara más proactivo. Si nosotros podemos ver al profesor, sería de recibo que este nos pueda ver de vuelta. Ha de ser difícil dar clase hablándole a una pantalla en la que solo aparece una sopa de letras (las iniciales de los alumnos), alguna foto y dos o tres estudiantes con la cámara encendida.

Estudiar desde casa es un arma de doble filo. Es cómodo, pero a la vez es muy fácil distraerse. Si uno no hace acopio de fortaleza mental y disciplina, puede darse cuenta de que la clase sigue su curso sin que te estés enterando de mucho. Si estudias con el móvil cerca, le echas un vistazo de cuando en cuando. Más tarde, quizás recuerdes que estás esperando un correo importante y revisas tu cuenta de Gmail. A mitad de clase caes en la cuenta de que quieres comprar un regalo a un amigo y entras en Amazon. Ya cuando la clase está llegando a su fin, quizás quieras repasar los últimos resultados de tu equipo. Y para cuando vuelves a concentrarte en lo que el profesor te está contando, la clase ha terminado y no te has enterado de la mitad de lo que ha ocurrido. Para evitarlo, mi experiencia me dice que es clave evitar tentaciones innecesarias — fundamentalmente el teléfono móvil— y obligarse a encender la cámara. De esta manera, el profesor podrá ver si el alumno sigue activamente la clase, o si su mirada divaga a través de la pantalla, señal de que se está dedicando a otros menesteres.

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Para cuando el café que Mariano Vargas López toma para permanecer despierto durante las clases que toma desde Madrid en CSUMB le hace efecto, ya tiene que volver a irse a dormir.

Cuando el alumno no tiene que participar en las clases virtuales, se le requiere que entregue tareas cada semana. Se prima mucho la constancia. Cada trabajo tiene un peso ínfimo en la calificación final. No obstante, sumados todos ellos, acaban siendo fundamentales para poder aspirar a una buena nota. Al contrario que en el sistema educativo universitario español, en Estados Unidos se premia al alumno que trabaja regularmente. En España, uno puede estudiar lo mínimo a lo largo del semestre, y pegarse un atracón antes del examen final y salvar la papeleta. En la CSUMB, o trabajas desde el principio, o te quedas por el camino.

Ya a mitad de camino de mi aventura como estudiante internacional virtual —nunca pensé que podría arrogarme tal calificativo—, con la semana del spring break tras de mí, puedo decir que no me arrepiento de haber dado el paso de estudiar de manera remota en la CSUMB. Uno puede quedarse con las dificultades e inconvenientes, pero también con la satisfacción de haberse enfrentado a ellas y de haberlas superado. Soy de los que piensa que la vida da segundas oportunidades así que no tengo ninguna duda de que el día de mañana visitaré California, ya con mi título de graduado bajo el brazo. De momento, seguiré trasnochando y conectándome a Zoom.

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Mariano Vargas López

About Mariano Vargas López

Mariano Vargas López, estudiante de Periodismo en la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid. Actualmente cursando un semestre en la California State University Monterey Bay como estudiante internacional. Siempre aprendiendo. Me interesa el periodismo como herramienta para el cambio social. | Mariano Vargas López studies journalism at the Rey Juan Carlos University in Madrid. He is currently pursuing a semester at California State University Monterey Bay as an international student. Always learning. Interested in journalism as a tool for social change.