El Maíz en Tiempos de Guerra Una balada de amor y sobrevivencia

Por Claudia Meléndez Salinas

Cuatro familias indígenas que se dedican a cultivar milpas en distintos lugares de México son, aparentemente, los personajes principales de El Maíz en Tiempo de Guerra. El documental, filmado durante un año en rincones remotos de la república, sigue a esas cuatro familias, una huichol, una mixe y dos tzeltales, durante un proceso arduo y cariñoso en el que todos sus miembros, desde los más pequeños hasta los ancianos, levantan picos y azadones para sembrar y cultivar maíz y frijol.

El maíz, como la tierra, es un miembro más de estas familias. “Hay que cuidarlo bien. Le puedes hablar como si fuera tu hija o tu mamá. Si no cuidas a tus hijos, ellos no te van a cuidar cuando estés grande. Así es la tierra, si no la cuidas, ella no te dará de comer,” dice uno de los jefes de familia en la película.

Y así es como surge el maíz como el verdadero protagonista del documental de Alberto Cortés, largometraje que se estrenó hace pocos meses en México y que fue exhibido en septiembre en el Festival de Cine de Watsonville.

Hermann Bellinghausen, periodista mexicano que ha documentado la situación indígena en México por décadas y sirvió como asesor para el documental, fue invitado a presentar la película. En entrevista con Voces de la Bahía de Monterey explica que la película, tal y como lo declara su nombre, refleja la guerra a la que se enfrenta el maíz y sus productores indígenas.

“México es el único país del mundo donde lo transgénico no está permitido, no ha pasado, no por falta de ganas de empresas, políticos, muchos científicos y muchos agricultores, sino porque simplemente es impensable en México, que el transgénico no tienen nada que ver con el maíz de México.”

Y es que el maíz que ahora conocemos fue producto de la domesticación del teocintle, un proceso que comenzó hace unos 10,000 años en Mesoamérica, en el ombligo de la tierra Azteca. Sabedores de su rol como defensores de un conocimiento ancestral, las familias indígenas en el documental se rehúsan a dejar que entren los transgénicos.

“Aquí no podemos decir ‘esta es mi semilla, me lo pagan aquí.’” dice uno de los agricultores en una de las pocas intervenciones en castellano. “Como comunidad, todo lo que es la semilla es un derecho de todos. No es comprado, es herencia como cuando tu padre te da la vida.”

Los cineastas siguieron a las familias durante un ciclo de la siembra: desde que se queman los campos para fertilizarlos de manera natural, hasta que se cosechan el maíz y el frijol, y se almacenan granos para el próximo ciclo. Las vidas de las familias transcurren de forma tranquila y en coordinación con el ciclo de agricultura. Son los protagonistas mismos quienes narran su vida y describen en sus propios idiomas todo el proceso – que se ha usado por miles de años y que es notablemente similar en distintos puntos del país que no parecieran haber tenido contacto alguno; un proceso que los ha mantenido vivos, que aún es criticado por aquellos que apoyan los métodos industrialistas.

Pero antes de comenzar a cultivar, al menos una de estas familias tuvo que recuperar la tierra que antes estuviera en manos de grandes terratenientes, usando documentos que datan desde la colonia y que prueban que sus familias han estado ahí por generaciones. Después, esa misma familia tuvo que pelear contra narco agricultores que intentaban usar la tierra para cultivar estupefacientes.

“Su terreno está rodeado del narco producción, tuvo raspones protegiendo ese territorio de los ganaderos, pero si no lo hubiera recuperado, se hubiera vuelto campo de amapola es un territorio que es propiedad ancestral de los huicholes,” dice Bellinghausen. “Tenemos a una milpa de los del sur de Chiapas … (en) tierra recuperada por el movimiento zapatista.”

Y es que otra situación que estas familias demuestran es que muchos indígenas mexicanos han alcanzado un nivel de concientización cultural que les permite recobrar el orgullo por sus raíces y les da el empuje que necesitan para desafiar no sólo al narco, sino al propio gobierno — un empuje que se inspira desde la revolución zapatista de 1994 y que tiene ecos en muchos movimientos indígenas en todo el continente.

“Cuando en el 94 los zapatistas se levantan en armas y desafían al gobierno mexicano declarandole la guerra … los indígenas se pusieron en el centro de la discussion, aunque no les gustaran las armas. Yo he platicado con los años con dirigentes políticos, escritores indígenas, gentes de los pueblos indígenas, y todos hablan del impacto que tuvo para ellos que los zapatistas hicieran esto. Para todos significó que se podía hacer lo que ellos quisieran, que iban a hacer no sólo lo que se espera de un indígena. Ellos podían ser profesionistas, podían hacer una revolución, podían ser escritores. Eso fue una revolución mental que fue más allá de los zapatistas. Ellos lograron un gobierno autónomo que hasta la fecha existe y que funciona muy bien.”

El reconocido lingüista Noam Chomsky ha dicho que en estos días de catástrofe ecológico inminente, los movimientos indígenas del planeta ofrecen un camino hacia adelante. Al defender sus tierras y sus mal denominados “métodos primitivos” nos están demostrando que hay alternativas que son beneficiosas para la humanidad y el mundo.

A final de cuentas, ese podría ser el protagonista principal de El Maíz en Tiempos de Guerra, la esperanza de un proceso antiquísimo para salvar nuestra futura existencia.

NOTA DEL EDITOR: El Maíz en Tiempos de Guerra fue presentado durante la serie del ciclo “Comunidades Saludables” del Festival de Cine de Watsonville. Su próxima película en la serie es La Evolución de la Comida Orgánica, que se presentará el 11 de octubre en The Appleton Grill en Watsonville a las 7 p.m.

¿Tienes un comentario acerca de este artículo? Envíanos una carta.

APOYA EL PERIODISMO SIN FINES DE LUCRO

Claudia Meléndez Salinas

About Claudia Meléndez Salinas

Claudia Meléndez Salinas is an author, journalist, open water swimmer, and cat lover. | Claudia Meléndez Salinas es autora, periodista, nadadora de aguas abiertas, y aficionada a los gatos.