Enfrentándose al Terror Blanco Cómo responder ante las crecientes amenazas de violencia hacia los latinos

OPINIÓN |

Por Claudia Meléndez Salinas

Hace más de quinientos años, el Terror Blanco invadió estas tierras: La Isla Tortuga, Aztlán, Tenochtitlán, Machu Picchu. El Terror Blanco trajo armas nunca vistas por los algonquin, los mixtecas, los ohlones.

Los invasores se declararon superiores porque eran más efectivos para matar y engañar, porque trajeron consigo enfermedades mortales que casi aniquilaron a los pobladores nativos, los dejaron debilitados y confundidos, incapaces de defenderse. Los hombres con barba vieron espacios abiertos y asumieron que todo era para ellos. Procedieron a tomar a las mujeres, la tierra, los recursos, a esclavizar a los nativos y más tarde, cuando el Terror Blanco no estaba satisfecho con el trabajo que producían, trajeron a los negros como si fueran mercancía. Envalentonados por sus “triunfos”, se nombraron a sí mismos como “superiores”, el principio central de la supremacía blanca.

Así llegamos hasta agosto de 2019, cuando nosotros, personas de color, descendientes de esos pueblos nativos, seguimos enfrentando ese odio desarrollado para satisfacer la codicia primordial del Terror Blanco, el miedo de sus miembros a volverse irrelevantes. Un joven que creyó las mentiras de los supremacistas blancos acribilló a 22 personas Latinos e hirió a docenas más en un centro comercial de El Paso, Texas. Esta joya de hombre, este “blanco superior”, escribió un manifiesto mal redactado, con ideas ilógicas y conclusiones erróneas para expresar sus creencias racistas: que está en contra de la mezcla racial porque “destruye la diversidad genética”, que los hispanos (la mayoría de nosotros mestizos , los descendientes de esos indígenas que intentaban destruir desde el primer momento) se están apoderando del país, y que si nuestro crecimiento no se controla, destruiremos su país. “Su país. SU PAÍS. El país que SUS gentes fundaron tomando la tierra de MIS antepasados.

Por supuesto, la ideología y las acciones de este joven son sólo las más recientes en una historia de 500 años de acciones de odio contra las personas de color. Desde el inicio de este país, demonizarnos ha sido la mejor manera de justificar la apropiación de nuestra tierra, nuestros recursos. Ha sido la mejor manera de justificar nuestra casi aniquilación. De forma similar, el tirador de Gilroy pidió a la gente que leyera “Might is Right”, un libro que se ha utilizado para justificar el racismo, el colonialismo y la esclavitud. Quizás el asesino de El Paso tenía razón en una cosa: los nativos no tomaron en serio la invasión de los europeos.

Desafortunadamente, personas como él han sido envalentonadas por esta administración y por el Comandante en Jefe, un hombre que promovió el “birtherismo”, la teoría de que Barack Obama, el primer presidente afroamericano de Estados Unidos no había nacido en éste país, para allanar su camino hacia la Casa Blanca. Un hombre que recientemente se rió entre dientes cuando uno de sus partidarios gritó “dispararles”, refiriéndose a los migrantes en la frontera. El asesino de El Paso confesó sentirse así durante años, pero no es casualidad que los crímenes de odio se hayan disparado bajo la administración actual.

¿Qué debería hacer una persona de color cuando enfrenta estos ataques a nuestra mera existencia? ¿Cuando el líder de la nación le dice a un miembro del Congreso que “regrese de donde vino”? ¿Cuando los jóvenes blancos descontentos toman AK-47 y nos disparan indiscriminadamente en nuestros lugares de culto, en nuestros lugares de reunión, en nuestros centros comerciales? ¿Cuando nos dicen, una y otra vez, que no nos quieren, que no pertenecemos, que somos una amenaza? ¿Cuando el habitante principal de la Casa Blanca, el hombre que debería ser la brújula moral de este país, describe a los nacionalistas blancos como “buenas personas”?

¿Cómo contrarrestamos la narrativa propagada por 8chan, Breitbart y todos esos espacios de extrema derecha donde estos mocosos blancos que se sienten apoderados pueden culparnos de sus deficiencias personales y fallas institucionales? ¿Dónde está el contramovimiento que nos ayuda a sentirnos seguros en nuestra propia tierra, que nos celebra por lo que somos? ¿Deberíamos crear un sitio llamado LodeColoresloMejor.org?  ¿O seguimos aceptando estos ataques como si fueran espejos y cuentas, muestras inofensivas de la apreciación del hombre blanco?

No quería contribuir a mi estrés, así que me negué a ver las noticias el sábado. Para el domingo por la mañana, no podía seguir enterrando mi cabeza en la arena, así que comencé a leer las noticias. A ver videos. A llorar. Escribí esto plenamente consciente del hecho de que por mis venas corre sangre europea, así que odiar a los blancos no es una opción. Soy de ellos también, me guste o no. Les guste o no.

Soy la mezcla de razas a la que el asesino de El Paso le tiene tanto miedo. Me tiene miedo, a personas como yo, a mis hermanos, mis hermanas, mis hijos, mis amigos y vecinos. Somos lo que él cree que es su amenaza existencial. Y no lo entendemos. No lo entiendo, pero me duele, así que respondo de la única manera que sé cómo.

Los terroristas blancos son una amenaza para nosotros, como siempre lo han sido, desde que llegaron a nuestras costas. Sólo hay que leer esta entrevista con un ex-nacionalista blanco en la revista The Atlantic: lo peor está por venir.

Tenía planes de ir con mi familia a un festival al aire libre el domingo. Mi ahijada, que asistió al Festival del Ajo en Gilroy y saló solo 30 minutos antes de que comenzara el tiroteo, me dijo que tenía miedo de ir. Mi esposo dijo lo mismo. Antes de que pudiera argumentar en contra de quedarnos en casa (que no debemos ceder ante el miedo, que los tiradores no vendrían al hippie Santa Cruz) se me reveló una imágen. Íbamos a ver a un grupo de música cubana, con un cantante que solo canta en español. Me atraganté y corrí al baño, incapaz de pronunciar otra palabra.

Ha sido así durante los últimos días, no solo para mí sino para miles de latinos. El reportero independiente Adrian Carrasquillo tiene un hilo en Twitter sobre lo asustados que estamos. Al momento de escribir este artículo, su hilo tiene más de 25,000 “me gusta” y casi 14,000 retweets. “Realmente creo que no se comprende la magnitud de lo horrorizada que está la comunidad latina en este momento”, escribió.

Algunos jóvenes blancos que no entienden cómo funcionan realmente la genética, la evolución humana, la política y la economía tienen miedo de su existencia, por lo que salen y nos atacan cuando estamos indefensos. En respuesta, nos escondemos. Atacan, nos escondemos. ¿Deberíamos hacer las cosas de manera diferente?

¿Cómo se supone que debemos reaccionar nosotros, las personas hermosas e inteligentes, las personas negras y morenas ante la amenaza a nuestra existencia que representan estos ataques? ¿Cómo cambiamos la narrativa, una narración que nos pinta como “invasores” en nuestro propio continente, como indeseables e inferiores? ¿Necesitamos proclamarnos “super superiores”?

No se trata de armas, verificación de antecedentes o videojuegos. Esto se trata de una mentalidad. Como el reformado supremacista blanco le dijo a The Atlantic, hay otros tipos de armas que pueden usarse contra grandes segmentos de la población. Aviones. Camiones llenos de fertilizantes. ¿No creen que hay pilotos supremacistas blancos?

Es una pregunta sobre la que he reflexionado durante mucho, mucho tiempo, desde que cierto candidato presidencial acusó a los mexicanos de ser “violadores”. ¿Cómo respondemos? La violencia engendra violencia y el ojo por ojo es una sopa vegetariana horrible. El odio y el miedo ya están ocupados por la extrema derecha, por lo que no hay lugar para nosotros. Además, hay algunas personas blancas maravillosas que no deberían cargar con nuestra ira, de hecho, mi mejor amiga es blanca. Y también estoy yo. A pesar de ser 30 por ciento europea, también merezco respeto.

Obviamente, no soy la única haciéndome estas preguntas. Parecían estar en la mente de todos un miércoles temprano en la reunión quincenal de la Alianza Comunitaria para la Seguridad y la Paz en Salinas. El grupo se ha reunido durante 10 años en respuesta a la violencia en las calles, y después de ese fin de semana particularmente sangriento, el tema no pudo ser ignorado. Fue una reunión intensa, con personas que compartieron individualmente cómo se sintieron y algunas que compartieron más tarde con el grupo más grande.

El coordinador de CASP, José Arreola, reunió al grupo y les pidió a todos que establecieran sus intenciones particulares para el día. ¿Cómo quieres responder? Si alguien está sufriendo, ¿qué quieres ser para esa persona?

Mi respuesta fue, es, quiero ser lo opuesto al miedo. Lo contrario del odio. Lo contrario del terror. Nosotros, hermosos morenos y negros, debemos ser la luz en la oscuridad, amor frente al odio, coraje frente al miedo. Así es como nuestra gente ha sobrevivido durante cientos de años. Nuestros antepasados ​​huyeron, se escondieron, negaron su color, trataron de perderse entre las multitudes, se casaron con blanquitos para “mejorar la raza,” para sobrevivir. Muchos, muchos fueron asesinados. Pero aquellos que sobrevivieron lograron preservar su espíritu en sus canciones, sus collares, sus tejidos, sus bailes, así que aún siguen con nosotros.  A pesar de todos los intentos del Terror Blanco, todavía estamos aquí, todavía morenos, todavía negros, aún hermosos.

Así es como seguimos: estando orgullosos de nuestra melanina oscura, orgullosos de nuestra herencia y nuestras tradiciones, orgullosos herederos de 500 años de supervivencia y resistencia. Todavía negros, todavía morenos, aún fuerte, siempre hermosos.

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Claudia Meléndez Salinas

About Claudia Meléndez Salinas

Claudia Meléndez Salinas is an author, journalist, open water swimmer, and cat lover. | Claudia Meléndez Salinas es autora, periodista, nadadora de aguas abiertas, y aficionada a los gatos.