Mexico, la arquitectura de un triunfo electoral REPORTAJE ESPECIAL | MÉXICO 2018

REPORTAJE ESPECIALMÉXICO 2018
México, ¿Qué sigue? Por Víctor Almazan

Memorial de agravios por Adolfo Gilly
La arquitectura de un triunfo electoral por Telésforo Nava

Por Telésforo Nava

Panorama después del aluvión

El domingo 1 de julio será recordado como un día histórico, en el que un aluvión de sufragios a favor de Andrés Manuel López Obrador arrasó con todos los partidos y  candidatos que se le opusieron. Con 30 millones de votos — el 53 por ciento — ganó la presidencia, el control absoluto de las dos cámaras del Congreso de la Unión, la mayoría en 22 de 32 congresos estatales, conquistó cinco de ocho gubernaturas en juego, incluida la ciudad de México que gobernó en 2000-2005. Con facilidad podrá construir la mayoría calificada de dos tercios para reformar la Constitución Política.

El contexto general que cobijó la campaña lopezobradorista es la enorme miseria y polarización económica en que los gobiernos neoliberales sumieron a la inmensa mayoría de los mexicanos. A esa realidad se sumó la agudización y descarada corrupción e impunidad de la clase política y de la clase empresarial, y la exacerbada violencia del crimen organizado asociado con funcionarios del Estado Mexicano, que ha causado decenas de miles de muertos y desaparecidos, entre los que se cuentan luchadores sociales, simples ciudadanos, periodistas, estudiantes, como los 43 de Ayotzinapa. Todo un cuadro que llevó al encabronamiento popular.

Con toda la experiencia que le otorgaba estar en su tercera campaña electoral, AMLO supo captar ese hartazgo de la población y presentarse como el único candidato realmente opositor a la clase política y empresarial causantes de la gran tragedia nacional, y  mantuvo su crítica acerba y de confrontación sin miramientos contra políticos y empresarios, a quienes llamó “minoría rapaz”, “traficantes de influencias”, “mafia en el poder”, ”pelele”, “traidor”, “corruptos”. Es larga la letanía de adjetivos que para las buenas conciencias resultaba excesiva, pero para la población le parecieron los calificativos más acertados, los celebran.

AMLO se autoproclamó como el único que podía cambiar el estado de cosas existente, nunca presentó un programa de gobierno con las políticas alternativas que instrumentaría y el cómo lo haría, pero supo entender y retomar lo que la gente no quiere y reclama que se cambie, y él les prometió que lo hará. Ese fue el toque que cautivó a la población. Su eje de ataque y propuesta giró en torno a la corrupción, prometió acabar con ella con su sola presencia desde el primer día de gobierno, además aseguró que dicha operación de golpe llevará a las arcas nacionales 500 mil millones de pesos que empleará para dar un mejor nivel de vida a la población a la que le sobran carencias. Es algo irreal pero cautivó al electorado. Cuando en los debates le preguntaban cómo financiaría sus propuestas, respondía que de lo que se obtendría terminando la corrupción. Mientras unos sonreían con sorna, las mayorías lo creyeron y clamaban que se le diera la oportunidad de gobernar, que él nunca lo había hecho, mientras los que habían estado en el poder no habían resuelto nada en favor de las mayorías. Esa es la llave que abrió las puertas para que la inconformidad se transformara en un torrente de votos.

Sedujo a la gente, logró que ella adoptara el contenido esencial de su discurso que resultaba bastante simple, le creyeron que él no es corrupto, que no está en la política para enriquecerse, que junto con su familia viven modestamente en un barrio y vivienda de clase media. Por más que AMLO fuera atacado, que se mostrara que está rodeado de corruptos y oportunistas, la gente cerró sus oídos y solo los mantuvo abiertos para él. Con el permiso de Canetti, es la típica figura de la relación líder-masa. Los jóvenes que han estado alejados de partidos y políticos, en sus últimos actos de campaña aparecieron masivamente, como en el cierre celebrado en el Estadio Azteca, ellos también clamaban que se le diera la oportunidad de gobernar. Y en la noche del triunfo que fue toda una fiesta en el centro de la ciudad de México, destacaban los jóvenes, mujeres y hombres.

Encuestas de salida realizadas por la empresa Parametría el día de la votación encontraron que hombres entre 26 y 35 años, con mayor escolaridad e ingresos, en su mayoría votó por Andrés Manuel López Obrador. Respecto a la escolaridad, 65 por ciento de las personas con universidad o más prefirió al tabasqueño sobre los otros candidatos, seguido de 59 por ciento de electores con preparatoria, es decir, AMLO fue el candidato con mayores preferencias entre los votantes con más escolaridad. Así mismo también tuvo mayores porcentajes entre las personas con mayores ingresos.

En la búsqueda del triunfo AMLO desechó sus pruritos morales expresados en las campañas anteriores, ahora aceptó a todo el que le diera apoyo y votos sin importar su historial político: charros sindicales opresores y estafadores de trabajadores, políticos corruptos, empresarios y políticos de derecha militante, arribistas, alianza con un partido evangélico ultra conservador. El triunfo bien valía hacer girones su cacareada dignidad, lo que antes juraba que jamás haría.

Clave en la construcción del triunfo fue la ruptura del pacto de impunidad que de facto tenían PRI-PAN, sellado en 1988 cuando el segundo avaló el robo de la presidencia a Cuauhtémoc Cárdenas, lo que les permitió encubrirse mutuamente, cuando en el 2000 el PRI pierde la presidencia frente al PAN y en 2012 cuando el PAN la pierde frente al PRI. Se repartían el poder y encubrían sus vilezas, y llegado Enrique Peña Nieto a la presidencia eso facilitó que junto con el PRD firmarán el Pacto por México, otra estocada el pueblo mexicano. En 2017 por pugnas electorales se inició la fisura en el pacto de  impunidad, que concluyó en un odio cuasi pasional entre Peña Nieto y el candidato presidencial del PAN, Ricardo Anaya, tal como lo demostraron sus disputas públicas. Con su sonrisa socarrona AMLO disfrutaba el espectáculo que sólo a él beneficiaba. La derecha no pudo ponerse de acuerdo, como en 2006 y 2012 lo hicieron para frenar al candidato que tildan de populista.

A esa fisura en la élite política se sumó la división en la cúpula económica, cuyo motivo profundo son los beneficios o perjuicios de la política económica que ha priorizado la actividad hacia al mercado externo en deterioro de los que apuestan sobre todo al mercado interno, y a  quienes se beneficia con los contratos del Estado. De esa forma parte importante de los magnates, como los agrupados en el Consejo Mexicano de Negocios, estaba por frenar a como diera lugar a AMLO, mientras otros se inclinaban por buscar acuerdos con él. Entre esos vaivenes, Alfonso Romo hombre fuerte en el equipo de AMLO, poderoso empresario, especulador financiero y con gran fortuna invertida en transgénicos, fue quien le cabildeo el acercamiento y conciliación con empresarios.

Lo que en la recta final de la contienda electoral se sospechaba, hoy es más evidente, la existencia de un nuevo pacto de impunidad, ahora entre Peña Nieto–empresarios con AMLO. El primero frenó todo ataque del aparato estatal contra AMLO y lo intensificó contra Anaya; Televisa y Televisión Azteca se pusieron a disposición del primero, López Obrador trocó sus embestidas contra Peña por halagos (que se volvieron melosos a partir de la noche del triunfo), y anunció que de llegar al gobierno no perseguiría, como había amenazado, a los corruptos porque él no era rencoroso, de antemano los perdonaba, y prometía borrón y cuenta nueva. En ese tenor, revirtió su propuesta de cancelar la reforma energética y parar la construcción del nuevo aeropuerto. Las prendas del pacto fueron brindadas por ambos bandos. En el futuro se sabrán detalles del mismo.

Asimismo en los estados del norte del país en los cuales AMLO no tenía presencia, operadores del PRI trabajaron para coadyuvar a que se voltearan a favor del contrincante, algunos priistas además lo hicieron porque estaban en desacuerdo con la imposición del candidato Meade y su equipo que les resultaban extraños, quienes desplazaron a priistas históricos de las candidaturas al Congreso de la Unión. Así como en el PRI en el PAN también cundió la división, solamente en Morena hay monolitismo, ahí hay un mando único en manos de AMLO, y no es exageración. A pesar de que en la acepción clásica del término Morena no es un partido sino una especie de movimiento en el que se combinan los convencidos por el cambio con los que solo buscan el poder, como los priistas, perredistas y panistas que de último momento cambiaron de barco.

¿Quo Vadis, Domine?

AMLO ya despacha en su oficina de campaña como si fuera el presidente, aunque hasta el 1 de diciembre tomará posesión, que es cuando se empezará a ver qué cumplirá de la lista de promesas. Aparte de su regresión sobre la reforma energética y la construcción del aeropuerto, también empieza a relativizar la promesa de derogar la reforma educativa. En la primera reunión que celebró con sus legisladores y gobernadores electos, les pidió ya no usar su frase favorita de “la mafia del poder”, porque ahora tiene luna de miel con los mafiosos. Se empieza a mostrar de qué lado masca la iguana obradorista.

Es de prever que, como hizo cuando fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, tomando posesión del mando de manera prioritaria implemente programas sociales que aseguren una derrama de beneficios populares, como duplicar la pensión a las personas de la tercera edad, becar a los jóvenes sin empleo para que vayan a capacitarse a las empresas (mano de obra regalada), asegurar que no habrá jóvenes rechazados en el nivel de bachillerato ni en las licenciaturas. Esos y otros beneficios serán como un sedante con el que se pretende calmar el descontento social para luego abocarse al apoyo a los grandes empresarios, que fue a quienes primero mencionó en su discurso de la victoria.

AMLO Presidente de México oscilará entre dos fuerzas que lo presionarán, la derecha empresarial que sin ningún rubor ya le ha declarado su amor pero que en el futuro no escatimará medios para lograr que trabaje para sus intereses y cumpla lo pactado, y por otra parte la población que lo llevó al poder y que espera les cumpla. El mercurio del termómetro de la lucha de clases subirá y bajará de acuerdo a la correlación de fuerzas entre esas clases antagónicas. La desventaja de las clases subalternas, ventaja para el presidente y empresarios, es que ellas no cuentan con sólidas organizaciones sociales y políticas que los acuerpen, los armen con estrategias políticas de acuerdo a sus intereses históricos y los ayuden a movilizarse para enfrentar las embestidas de la derecha, que las habrá. AMLO pretenderá erigirse en árbitro entre las clases. Sobre la marcha podrá apreciarse hasta dónde podrán llegar sus pretensiones bonapartistas.

En busca de ampliar y consolidar su popularidad sin mayores costos, ha anunciado que no vivirá en la residencia oficial de Los Pinos, la cual convertirá en museo, despachará en Palacio Nacional, no empleará el avión presidencial, se transportará en vuelos comerciales, rebajará su salario a la mitad y lo mismo aplicará a todos los funcionarios gubernamentales de los tres niveles, acabará con los gastos suntuarios de los funcionarios. Pero aún no dice nada sobre la mega beca del FOBAPROA de la que se benefician lo banqueros que siguen estafando al erario público, y a los usuarios que les cobran leoninas comisiones por los servicios, lo cual no hacen en sus metrópolis de origen.

Por otra parte, grupos de izquierda revolucionaria han empezado a reunirse con el fin de elaborar colectivamente una estrategia que responda a la dinámica que ya se prevé  del gobierno lopezobradorista, se proponen hacer a un lado el sectarismo con el fin de avanzar a la creación una organización política que potencie sus fuerzas para coadyuvar a los de abajo en las luchas que se atalayan en el horizonte. Veremos si hay altura de miras para el momento histórico que se vive. La realidad también es que ni fácil ni rápidamente se debilitará la legitimidad de AMLO, es un político excesivamente hábil, capaz de sacar agua de las piedras.

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Telésforo Nava Vázquez

About Telésforo Nava Vázquez

Telésforo Nava Vázquez es catedrático de la Universidad Autónoma Metropolitana en la Ciudad de México. Ha escrito artículos de opinión para varios periódicos y revistas como La Jornada, Uno Más Uno, La Batalla y otros. Es co-autor de varios libros, entre ellos Un México para Todos, de editorial Planeta. Vive en Xochimilco, D.F y le gusta disfrutar de un buen café americano.