El largo camino a México 2018 y su polarización social La moneda está en el aire para elegir nuevo presidente

ELECCIONES 2018 |

Véase También:
México 2018: La disputa por el poder
Voto desde el extranjero

Por Telésforo Nava Vásquez

La campaña electoral por la presidencia del país ha permitido sacar a la superficie el hartazgo, irritación y desesperación social de una parte importante de la población mexicana.  Esta gran franja social no cree nada de lo que prometan los candidatos del frente electoral encabezado por el PRI, como igualmente no confía en el del PAN, ciertamente hay algunas capas de marginados que carecen casi de todo por lo que el PRI aún puede moverlos clientelarmente con programas sociales y todo tipo de dádivas. En las elecciones del año pasado en el estado de México, cuna del presidente Enrique Peña Nieto, se compró el voto en más de mil pesos, con lo cual “ganó” Alfredo del Mazo, primo del presidente, cuyos padre y abuelo también gobernaron esa entidad.

Las razones materiales de la polarización social

Enorme es la miseria en que se ha hundido a la población mexicana después de 35 años de la excluyente política neoliberal. Para 2016 el 43 por ciento de la población (más de 53 millones) se localiza en situación de pobreza, casi el 8 por ciento (9.4 millones de mexicanos) en pobreza extrema. En el otro extremo el 10 por ciento de los potentados concentra el 67 por ciento de la riqueza. O en otros términos, en 2017 el 1 por ciento de la población concentró el 82 por ciento del producto generado.  Entre 2007 y 2017 el valor real de los ingresos laborales disminuyó más del 7 por ciento, pero en ese mismo lapso el segundo hombre más rico del país incrementó 137 por ciento su fortuna, la cual pasó de 7.3 a 17.3 miles de millones de dólares.

En 1987 una persona tenía que trabajar 4 horas y 53 minutos para adquirir la canasta básica, hoy lo logra con 23 horas y 53 minutos, lo cual ha obligado a que  se integren más miembros de la familia al mercado laboral, fenómeno que explica el aumento del trabajo infantil. Para 2017 el 53 por ciento de la población ocupada lo hacía en la economía informal, en la que los salarios son precarios y sin ninguna prestación. Pero igualmente los trabajadores formales en buena parte carecen de prestaciones. Jubilarse ya es un sueño. Los fondos de pensión fueron privatizados y entregados a la banca para que especule con ellos.

En la era neoliberal la economía ha registrado un miserable crecimiento: de 1983, que es cuando inicia, a diciembre de 2017 en promedio el Producto Interno Bruto aumentó 2.37 por ciento; en el primer gobierno neoliberal, de Miguel de la Madrid (diciembre de 1982 a diciembre 1988), el incremento fue de 0.30 por ciento; en el actual de Peña Nieto, que juraba que él sí sabía cómo hacerlo, de 2013 a 2017 aumentó 2.4 por ciento. Antes de esta negra y larga noche, en el periodo llamado del Desarrollo Estabilizador, el Producto Interno Bruto llegó a crecer hasta el 7 por ciento y hubo todo un lapso que en promedio aumentó 6.5 por ciento.

La corrupción y la impunidad

A esa miseria de la población se suma la enorme corrupción de las esferas gubernamentales de gobiernos priistas y panistas, pero en el actual de Peña Nieto los niveles son exagerados y más grande es el descaro y la impunidad con que lo hacen. La llamada “Casa Blanca” es la mansión que el contratista consentido del gobierno regaló a la primera dama, o la que también obsequió-vendió al Secretario de Hacienda, hoy secretario de Relaciones Exteriores y alter ego del presidente. Desaparición de miles de millones de pesos que gobernadores sacaron de sus presupuestos, para sí y para las campañas electorales. Por las casas regaladas no ha pasado nada, y los gobernadores ladrones o están libres o los detenidos tienen largos juicios en los que se van desvaneciendo los cargos.  Sumemos dos casos emblemáticos de corrupción.

Uno es la llamada “Estafa Maestra”, que se conoció en detalle gracias a la investigación de los periodistas Miriam Castillo, Nayeli Roldán y Manuel Ureste, por la que se hicieron merecedores del premio Ortega y Gasset. Once dependencias del gobierno federal asignaron 7 mil 760 millones de pesos a universidades (para evitar fiscalizaciones) que contrataron supuestos servicios de 186 empresas, de las cuales 128 ni siquiera existían y las existentes no contaban ni con la infraestructura ni el personal para cumplir el trabajo contratado, como era entregar insumos y despensas de la Cruzada Nacional Contra el Hambre. En esta trama está implicada la Secretaría de Desarrollo Social, al frente de la cual estaba la ex maoista Rosario Robles, a quien suplió José Antonio Meade, ambos jamás entregaron cuentas de esa estafa. Rosario hoy es la secretaria de Desarrollo Agrario Territorial y Urbano y Meade es el candidato presidencial del PRI. Todos felices y contentos. Menos la mayoría de la población. En estos días la Auditoria Superior de la Federación cesó a la auditora que investigaba el asunto.

El otro evento lo configuran los sobornos que la empresa brasileña Odebrecht entregó para obtener contratos milmillonarios, práctica que ejecutó en varios países de América Latina. En concreto, funcionarios de dicha empresa señalaron que a Emilio Lozoya le entregaron 10.5 millones de dólares, él fue integrante destacado del equipo de la campaña presidencial de Peña Nieto (se presume que en esta campaña fueron empleados), y después Director General de Pemex. En otros países los funcionarios implicados, de presidente para abajo, están presos o huyeron, en México el manto de la impunidad cubre a Lozoya. El titular de la Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales que investigaba el caso fue despedido.

También hay que sumar el robo de la riqueza social expresada en empresas y bancos que especialmente Carlos Salinas y Enrique Peña entregaron a precio de regalo a los que ahora son multimillonarios mundiales; Peña ha privatizado el petróleo que en 1938 expropió Lázaro Cárdenas,  así como otras fuentes de energía, la minería, además de otros recursos naturales, como el agua y el aire. Alberto Bailleres, el tercer hombre más rico del país ha recibido 16,843 millones de pesos en contratos del gobierno.

La cereza del pastel es la violencia sin límites del crimen organizado que extorsiona, asesina, trafica con drogas, controla territorios donde impera su ley, cobra impuestos, impone funcionarios públicos. La impunidad con que actúa evidencia su contubernio con altas esferas políticas y económicas que les dan protección y lavan sus fortunas. La desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa demostró que están implicados todos los niveles de gobierno y el crimen organizado. En la presente campaña electoral han asesinado a 112 políticos, de ellos 42 eran candidatos. El crimen también vota.

La ruptura en la élite política

Ese panorama explica lo que en México denominamos, más que descontento,  encabronamiento contra la elite económica y política. Por eso el candidato del PRI sigue sumido en el tercer lugar de las preferencias electorales, y el candidato panista, cuyo partido es coparticipe de lo que el PRI ha hecho (también lo hicieron sus dos gobiernos), no logra pasar del segundo lugar. El PRI, el PAN y el PRD (estos dos partidos conforman hoy un frente electoral) cuando iniciaba el gobierno de Peña firmaron el Pacto por México, que significó el puntillazo neoliberal contra los trabajadores, la riqueza natural del país y la soberanía nacional.

El Pacto de Impunidad que existía entre el PRI y el PAN desde 1988, cuando robaron la presidencia a Cuauhtémoc Cárdenas, aseguró al PAN arribar a gobiernos estatales y a sus personajes realizar grandes negocios (como el inescrupuloso abogado Diego Fernández de Cevallos, traficante de influencias), y cuando el PRI en el 2000 perdió la presidencia tuvo garantizado que no se tocara a sus corruptos políticos, y en correspondencia cuando en 2012 el PAN fue desplazado de la presidencia gozó de la misma impunidad.

Sin embargo ese pacto empezó a romperse al calor de la disputa por el gobierno del estado de México en 2017, cuando para triturar a la candidata del PAN se acusó a su padre y hermanos de lavado de dinero, lo cual más tarde resultó falso; en seguida se sumaron fraudes del PRI en gubernaturas del norte del país que afectaron al PAN. Se rompieron lanzas e inició la guerra. Después la ofensiva se ha centrado contra el candidato presidencial panista, quien contraatacó a Peña, a tal grado que el panista lo ha amenazado con meterlo a prisión por corrupto. Frente a ese futuro, para Peña frenar a Anaya se volvió una tarea estratégica. En ese tenor usó a la Procuraduría General de la República para golpearlo y obstaculizarle su vertiginoso ascenso electoral. Lo cual logró. Al escribir estas líneas nuevamente hay otra embestida contra Anaya, y él ha respondido virulentamente. La temperatura en el bloque dominante está al rojo vivo. El beneficiado de este golpeteo es Andrés Manuel López Obrador, AMLO.

La ambivalencia de AMLO

Este panorama, así como la ausencia  de una alternativa política de izquierda socialista, permiten entender por qué una parte importante de la población y del electorado es seducido por AMLO, integrante de la elite política, a la que él llama la mafia del poder. En la campaña presidencial del 2000 fue quien más presionaba a Cuauhtémoc Cárdenas para pactar con Vicente Fox, candidato del PAN. Cuando fue Jefe de Gobierno de la Ciudad de México, orgulloso en actos públicos se paseaba con grandes magnates, relación que se enfrió desde 2005 cuando el gobierno de Vicente Fox pretendió desaforarlo para evitar fuera candidato presidencial. Como gobernante mantuvo la política neoliberal y otorgó grandes negocios a empresarios, pero paralelamente aplicó programas sociales de apoyo a los sectores más desfavorecidos, como tercera edad, madres solteras, estableció becas para estudiantes, amplió la cobertura médica y hospitalaria, construyó escuelas preparatorias y una universidad. Empero la estructura de gobierno estuvo copada por grupos clientelares corporativos que lo apoyaban, los que eran manejados clientelarmente por su secretario particular.

A lo largo de tres campañas presidenciales AMLO ha mantenido un discurso estridente y pseudo amenazador contra los empresarios que se manifiesten contra  su proyecto, y uno de sus slogans ha sido “primero los pobres”, construyendo así un perfil opositor. Discursivamente se manifiesta por la democracia, pero quienes lo hemos tratado de cerca sabemos que es una persona muy autoritaria, en sus decisiones lo menos que practica es la democracia. Verbalmente ataca la corrupción (cuando gobernó la ciudad de México colaboradores cercanos fueron exhibidos como corruptos, como el que fue su secretario particular) a la que considera el mal que tiene en la debacle al país. Promete que apenas llegue al poder, con su ejemplo de golpe se terminará la corrupción y lo que de ella se rescate servirá para hacer crecer el país para que todo mundo tenga un mejor nivel de vida. A los políticos que no son de su partido y a los grandes magnates que lo critican los denomina “La Mafia del Poder”. Pero hoy les promete que llegando al gobierno habrá borrón y cuenta nueva, no verá al pasado, los perdona. Igualmente asegura amnistía a los narcotraficantes para apaciguar el país.

Afirma que revertirá la reforma energética, pero a los empresarios les dice lo contrario, asevera que sólo revisará los contratos otorgados; asimismo primero promete cancelar la construcción del Nuevo Aeropuerto de la Ciudad de México porque además de estar envuelto en una enorme corrupción, es “inviable” dado que el suelo en que se levanta no es adecuado, pero igualmente frente a los empresarios acepta que es viable y necesario y olvida lo del suelo. Empero, lo que se llama el voto duro de AMLO es inamovible, pase lo que pase, se diga lo que se diga.

Hoy las encuestas ponen en primer lugar a AMLO, algunas con ventaja cercana a los 30 puntos, otras con 8. Él ya se presenta como el seguro triunfador.  Pero algo extraordinario sucede en las últimas semanas, las empresas Televisa y Televisión Azteca que eran sus más feroces críticos hoy están a su disposición, incluso Azteca efectuó un reportaje desde su casa, y a uno de sus funcionarios (ex secretario de Gobernación de Ernesto Zedillo) AMLO lo presentó como su futuro Secretario de Educación Pública y al dueño lo ha llenado de alabanzas. Televisa ha sido la más fiel a Peña Nieto, y con su apoyo ha realizado grandes negocios. Su cierre de campaña será en el estadio Azteca, propiedad de Televisa. Por su parte AMLO llama a apoyar a Peña Nieto, a cuidarlo para que termine bien su gobierno. Cuando grandes empresarios se entrevistaron con el presidente y le pidieron que cerrara filas con el candidato panista Ricardo Anaya para frenar al “populista” AMLO, la respuesta fue que no, porque Meade era su candidato e iría hasta el final con él.

Se extiende la opinión que Peña Nieto ha pactado la transición con AMLO, a condición de que no se le toque a él, ni a su familia y colaboradores cercanos. De ahí el cambio tan favorable para AMLO antes descrito. Pero también existe la hipótesis, menos aceptada, de que se está preparando el operativo fraudulento para hacer presidente a Meade.

Pero a la escisión de la élite política se suma la fuerte divergencia en la élite económica, la parte más poderosa está por frenar a AMLO a como dé lugar (toman muy en serio las amenazas que les hace), y se manifiestan por dar todo el apoyo al candidato del PAN; hay otra parte de la burguesía que está por pactar con AMLO. La negativa de Peña a frenar a AMLO hace sentir a los primeros que no los está representando, lo cual los ha llevado a salir públicamente, con nombres y apellidos (como no lo hacían desde los años 70 del siglo pasado) a confrontarse con AMLO. Además buena parte de esos empresarios están hartos de ser extorsionados vía la corrupción. Aunque se segura que AMLO ganará, la verdad la sabremos el primero de julio en la noche o en la madrugada del 2. La moneda está en el aire en un ambiente muy polarizado.

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Telésforo Nava Vázquez

About Telésforo Nava Vázquez

Telésforo Nava Vázquez es catedrático de la Universidad Autónoma Metropolitana en la Ciudad de México. Ha escrito artículos de opinión para varios periódicos y revistas como La Jornada, Uno Más Uno, La Batalla y otros. Es co-autor de varios libros, entre ellos Un México para Todos, de editorial Planeta. Vive en Xochimilco, D.F y le gusta disfrutar de un buen café americano.